”"Recuerda, si tú no crees en ti ¿quién lo hará?"
María Jesús Álava Reyes
Si eres de esas personas que le das vueltas una y otra vez a aquella vivencia negativa en tiempos inmemoriales o te fustigas recordando una y otra vez tus fallos, puede que no te hayas dado cuenta pero además de estar condicionando tu presente -y no disfrutándolo- estás hipotecando tu futuro. Las emociones pueden dominarnos si no las controlamos. Provocadas en ocasiones por acontecimientos del pasado o incluso actuales, no hay que perder de vista que en muchos casos se trata de hechos que no se pueden cambiar y aun así generan angustia, impotencia o malestar según el caso. Si no somos capaces de someter estas inquietudes, ¿cómo podemos tomar las riendas de nuestra vida?
María Jesús Álava, psicóloga y directora del centro de psicología Álava Reyes y autora de libros de gran éxito como «La inutilidad del sufrimiento» -con más de 500.000 ejemplares vendidos-, explica en su obra «Lo Mejor de tu vida eres tú» (Ed. La esfera de los libros) como encontrarte y reconciliarte con lo más profundo de tu ser y, lo más importante, creer en ti mismo para aceptarte y valorarte como te mereces.
La psicóloga parte de la premisa de que creer en uno mismo te hace dueño y autor de tu vida. Al contrario de lo que nos enseñan a pensar, la felicidad no depende de factores externos, sino de uno mismo. «Una persona no puede ser feliz si no es auténticamente libre y, para eso, tenemos que creer en nosotros mismos. La confianza personal es una actitud que permite a las personas estar bien consigo mismas, aceptarse y vivir en equilibrio con sus valores y sus actuaciones. Este es el punto en el que se asienta la felicidad, en esa confianza«, dice Álava.
Y, ¿cómo conseguimos creer en nosotros mismos? Para el consuelo de muchas personas, la mente se puede entrenar y, por supuesto, la confianza también. Según Álava, una forma de aumentarla es hacer uso de las tres «r». «Para ganar confianza tenemos que aprender a conocernos y eso se logra a través de la reflexión. Una vez nos reconocemos, nos vamos a autodesarrollar a través del reaprendizaje, valorando nuestras conductas y asumiendo las responsabilidades. Trabajaremos nuestra autoestima cada día con mensajes positivos -somos lo mejor de nuestra vida- pero no por los demás o por aquellos acontecimientos que estén por venir si no por nosotros mismos a través de la reilusión«.
Así, a través del autoconocimiento y la confianza en uno mismo se pueden controlar las emociones. «Una persona con una elevada autoestima sabe perdonarse y sabe quererse y tiene las riendas de su vida, mientras que alguien con una autoestima baja es su peor enemigo y su juez más implacable», expresa la psicóloga. «Creer y estar bien con nosotros mismos es un requisito imprescindible para llevar una vida emocionalmente sana«, continúa.
Pero para ser realmente libres es indispensable tener libertad de pensamientos. «Las personas no son conscientes de que la mayoría de las veces sus pensamientos no son suyos. Se han ido adquiriendo a lo largo de la vida. Y si paras a pensar verás que en más de una ocasión te plantearás, pero ¿este pensamiento es mío? Comprobarás que muchas veces son automáticos porque han sido aprendidos en el transcurso de los años o por influencia de la cultura… Tenemos que pensar por nosotros mismos y ser capaces de exponerlos, algo que está muy relacionado con nuestra autoestima», manifiesta Álava .
La autoestima
La autoestima es una actitud vital. Según Álava, una persona con «poca autoestima no se valora, no sabe quererse y, puede ser un muñeco, un trapo, en manos de los demás. Seríamos una fuente de sufrimiento inagotable», asegura la psicóloga. La autoestima es un conjunto de pensamientos, de escala de valores, de creencias… «No se trata de lo que nos sucede si no de lo que nosotros mismos nos contamos, de cómo interpretamos la realidad«, sigue.
Saber perdonarse, quererse más y mantener una actitud positiva son buenas maneras de trabajar la confianza. «Somos la única persona que siempre estará a nuestro lado. Conseguiremos elevar la autoestima perdonándonos nuestros fallos y queriéndonos por nuestros esfuerzos», dice la autora.
La asertividad está muy relacionada con la autoestima y hace personas libres. No se trata solamente de saber decir no o sí, la asertividad implica expresar opiniones y sentimientos, tomar decisiones, etc. de la mejor manera, sin agredir a los demás, aun cuando sean positivos o negativos y siendo responsables de nuestra conducta. Por el contrario, cuando una persona no se comporta de forma asertiva y no manifiesta sus deseos, opiniones, etc. terminar por dejar pasar las oportunidades, su autoestima desciende e incluso puede perjudicar a sus relaciones sociales.
«Normalmente los adolescentes son bastante vulnerables por los altibajos en la autoestima. Pero no es la única etapa de la vida que se ve afectada. Hay muchosadultos que se dejan humillar por falta de autoestima, pues la buscan en la aprobación de los demás. Esto es un error. Aportar nuestra opinión o nuestras creencias y aprender a respetar las críticas es crecer, no tiene que ser un motivo para hundirse. Si aceptamos nuestros errores, la autoestima no merma, nos permite enfrentarnos a los problemas y aprender de ello», cuenta Álava
Los aprovechados
Cuando alguien no tiene confianza en sí mismo el resto de personas se da cuenta y pueden aprovecharse y manipular las emociones de esa persona. Aunque no todo aquel que lo haya percibido tratará de aprovecharse, sí lo harán quienes para alcanzar sus objetivos no tienen ningún reparo en pasar por encima de los demás. «Aprovecharse de alguien es algo realmente sencillo cuando se depende de los demás. Es una cuestión que nos preocupa mucho a los psicólogos porque ocurre con mayor frecuencia de la deseada. Por ejemplo, la prueba la tenemos en niños y adolescentes, pero también en adultos. No sólo el márketing logra influir también hay personas muy cercanas que carecen de escrúpulos y pueden beneficiarse de nosotros de forma interesada. Y cuando nos damos cuenta, sufrimos y los pasamos mal«, dice la psicóloga.
Sin embargo, la solución no radica en buscar el enfrentamiento con estas personas, sino más bien «consiste en trabajarnos a nosotros mismos para ganar confianza personal, que nos aporte la seguridad suficiente, que actuará de barrera disuasoria ante quien quiera aprovecharse, y que favorecerá nuestra autoestima, nuestro éxito pero sobre todo nuestra libertad. Si confías en ti podrás aprender de la experiencia y afrontar cualquier situación en tu vida sin sufrir y sin derrumbarte«, argumenta Álava.
Afortunadamente la seguridad también se puede entrenar educando la mente y controlando los pensamientos. «Si nos repetimos que voy a poder con la situación, que voy a superarlo, que yo puedo afrontarlo poco a poco se irá grabando en nuestra mente el mensaje positivo. Mientras que si te dices no podré superarlo, tú mismo te estarás poniendo obstáculos y las circunstancias podrían llegar a asfixiarte.
Esto no quiere decir que por creer en nosotros se consigan metas imposibles, pero al menos se podrá superar todo aquello que sea factible. Básicamente se trata de poner a tu cerebro a tú favor para enfrentar y superar las adversidades. Cuando eres capaz de controlar tus emociones, puedes manejar también las circunstancias.
Además, cuanto más adversa es la situación mayores frutos dará la confianza en nosotros mismos. «Muchas personas pueden pensar que es fácil sentirse bien cuando todo en la vida te sonríe. No obstante, hay personas que aún teniendo unas circunstancias favorables no parecen sentirse bien al margen de las buenas condiciones, que no tienen por qué determinar nuestra vida. Y hay otras que viven situaciones realmente complicadas. Es en este momento, ante las adversidades cuando hay que hacer uso de nuestro mejor recurso: creer en nosotros. No hacerlo será optar por sufrir y sufrir«, expone la psicóloga.
«Cuando nos enfrentamos a momentos difíciles se debe recordar que siempre hay salidas. Y si creemos en nosotros mismos, las encontraremos e incluso aprenderemos de esos malos tiempos. Aprendizaje por otro lado que nunca se hubiera adquirido si no se hubiesen vivido esas complicaciones«, continúa
A cualquier edad
Podemos aprender a confiar en nosotros a cualquier edad. «El bebé nace inseguro pero creyendo en sí mismo, como explico en el libro. Cuando comienza a andar, por ejemplo, se cae una y mil veces, pero vuelve a intentarlo. Si no creyera que puede hacerlo, ¿por qué iba a aceptar desplomarse una y otra vez? El problema con el adulto es que ha ido perdiendo la confianza y además piensa que las cosas se logran con un simple chasquido. La confianza, la seguridad y, en definitiva, creer en nosotros mismos hay que trabajarlo cada día. Podemos reprogramarnos como un ordenador y empezar a querernos y valorarnos» cuenta Álava.
Para ello hay que mostrar una voluntad firme, que también se trabaja desde la psicología. «La fuerza de voluntad no es insistir por insistir, eso es testarudez, sino canalizar la energía con inteligencia emocional hacia lo que debo hacer. Cuando una persona tiene voluntad consigue la mayoría de objetivos», afirma la psicóloga.
El peor enemigo
Mantener a raya los cientos de pensamientos, en muchos casos angustiosos y negativos, que nos inundan a cada momento a veces es uno de los mayores retos. A esto destina mucho tiempo la psicología, que explica que las emociones no surgen de forma espontánea. La mayoría de las veces son provocadas por nosotros mismos, por la falta de confianza. En este sentido, Álava expone que «aunque no se pueda cambiar la realidad de un hecho que genere malestar o angustia, se puede reaccionar de distintas maneras. Por ejemplo, asumiendo los errores y aprendiendo de ellos de tal forma que esa reacción sea constructiva y no nos hunda«.
Además, como revela la autora, existen otras formas eficaces de mantenerlos controlados. Por ejemplo, propone practicar la parada de pensamientos. «Cuando estamos muy mal nuestra mente es poco objetiva. Vamos a tratar de llevar esos pensamientos que nos provocan malestar a otro sitio. Hay muchos recursos: Hacer listas de países, elaborar mentalmente una ruta para llegar a algún lugar, decir nombres de películas, dar un paseo, hacer una llamada… En definitiva se trata de hacer una actividad mental distractora. Una vez las emociones hayan variado, puede observarse de forma más objetiva la situación. La mente es lo que nosotros le enseñamos», expone Álava.
Y recuerda que si tu no crees en ti, ¿quien lo hará?